Aunque nadie desestima las visibles consecuencias positivas en esas variables, algunos expertos piden ser cautos: por ahora esto parece más simbólico que transformador y está provocado por un cambio obligado en el comportamiento social que nadie cree sostenible. El movimiento de las personas volverá, una pregunta puede ser cómo será ese regreso.
En este contexto, un aspecto fundamental para el medio ambiente en el largo plazo es el reciclaje y el Covid-19 sí ha tenido consecuencias negativas. La Asociación Nacional de la Industria del Reciclaje de Chile advirtió que en algunas plantas de reciclaje ya hubo una caída del 30% en el flujo de materiales mientras reclamaba que la industria del reciclaje también sea declarada como “actividad esencial”.
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Dos parientes cercanos del reciclaje, la reducción y la reutilización, también están en jaque. En las casas particulares, la reducción se torna casi imposible a partir del mayor consumo doméstico, mientras que la reutilización suma algunos interrogantes higiénicos ante una pandemia de altísimo contagio.
En la misma línea, sostener medidas de prevención en el proceso de recolección de reciclables es indudablemente complejo. El problema es que detener las actividades de reciclaje puede impactar en el proceso de división de residuos, lo que es malo para el ambiente en sí mismo -todo va a los basurales- y también para la concientización sobre el reciclado.
La conciencia individual -y familiar- vuelve a ser fundamental. Necesitamos seguir impulsando en nuestras casas los procesos de separación y reciclaje de residuos. En el medio de una pandemia que limita algunas decisiones, es fundamental pensar bien lo que adquirimos para no demorar el proceso de consumo inteligente que venía creciendo paso a paso en todo el mundo.
Las latas de aluminio, por ejemplo, ofrecen varias ventajas en este contexto: son monomateriales, infinitamente reciclables y su valor permite un reciclaje de bajo costo y alta eficiencia. Y, aunque muchos asocian la lata con el estar afuera, también es práctico para el consumo indoor a partir de su practicidad, flexibilidad y tamaño a la hora de gestionar el residuo doméstico y el reciclado posterior (la lata de aluminio tiene índices de reciclado que llegan al 70% a nivel mundial). El caso del vino en lata, puede ser paradigmático, porque cumple con otras dos premisas para tiempos de pandemia: democratiza el precio sin perder calidad y tiene un tamaño más práctico para el consumo personal de aquellos que viven solos.
Una nueva generación de consumidores, más conscientes y comprometidos, están en un contexto nuevo, en el que lo que era sencillo ya no lo es. La necesidad de impactar positivamente en el medio ambiente, sin embargo, sigue vigente. Por eso, las soluciones simples parecen ser el camino, aún en tiempos de coronavirus.
(*) El autor es Gerente Comercial para Ball en Latinoamérica
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