Por: Alejandro Melamed.
El trabajo en grupo es clave para el éxito de cualquier organización, conseguir un grupo humano que se complemente y pueda potenciar a todos los individuos que lo componen es la situación ideal, pero ¿cómo se logra?
En primera instancia puede considerarse que lo fundamental es la capacidad, talento y habilidades de cada integrante, pero Investigadores de Carnegie Mellon, Massachusetts Institute of Technology (MIT) condujeron un estudio enfocado en el trabajo grupal y determinaron que la influencia del talento individual poco tiene que ver con el desempeño en conjunto.
El estudio, publicado en la revista Science, concluye que se observa mayor efectividad en los equipos cuando se optimizan las capacidades en tres áreas: la sensibilidad social promedio de los miembros, la diversidad de voces escuchadas (es decir, que las conversaciones dentro del grupo no son dominadas por unos pocos) y la auténtica inclusión de todos sus integrantes.
Equipo de alto rendimiento vs grupo
En la investigación se realiza una distinción muy funcional entre conformar un grupo y un equipo. El grupo solo demanda la unión de personas, mientras que el equipo tiene un objetivo, una finalidad y los integrantes se ponen a disposición uno con el otro, unifican valores y metas, se respaldan y trabajan de manera cohesiva. La comunicación toma un rol preponderante en este punto.
Una vez conformado el equipo, siguiendo las recomendaciones mencionadas, este puede evolucionar en un equipo de alto rendimiento, ¿qué implica esto? Tomando como eje el popular libro “liderar para el bien común” podemos discernir las características que maximizan el rendimiento de un equipo:
- Construyen confianza entre los miembros: los integrantes tienen disposición a aceptar sus errores y mostrar sus debilidades. Hay apertura y franqueza en el vínculo. Hay un clima de seguridad psicológica que les permite tomar riesgos y mostrarse vulnerables.
- Gestionan los conflictos para hacerlos funcionales: los equipos de más alto desempeño no están exentos de sufrir cortocircuitos, pero tienen la capacidad para tratarlos adecuadamente, convirtiéndolos en un motor de aprendizaje y adaptación.
- Se comprometen con los objetivos: aceptan con autenticidad las decisiones del equipo y se comprometen con las mismas.
- Se responsabilizan por los resultados: hay un compromiso integral, con planes de acción claros y un trabajo ágil para superar desafíos. El logro es de todos y todos se sienten parte. Es el gran habilitador de los resultados colectivos.
- Ponen la agenda del equipo por sobre las particulares: se priorizan los objetivos del grupo sobre las necesidades individuales. No hay luchas de poder y logran resultados extraordinarios.