Por: María Heiland (*)
La atención del mundo está puesta hoy en el desarrollo y distribución de una vacuna contra el coronavirus. A diario, las empresas farmacéuticas reportan sus avances, creando una gran expectativa en poner fin a una pandemia que ha generado grandes cambios y disrupciones a escala global.
Al mismo tiempo, la disponibilidad de la vacuna y su distribución plantean un enorme desafío: la carencia de una cadena de frío que pueda soportar el transporte y almacenamiento de la vacuna, que debe hacerse entre -70 y -80 grados centígrados.
La delicadeza de esta vacuna, que tiene un corto tiempo de vida a una temperatura por arriba de este rango, plantea una dificultad logística significativa tanto para las farmacéuticas como para las autoridades de salud en distintos países.
Este hito vuelve a poner sobre la mesa la importancia de una cadena de frío altamente efectiva, así como los principales retos que ha enfrentado a lo largo de su existencia. Ya sea para distribuir alimentos, materias primas o medicamentos, las cadenas de frío deben diseñarse para mantener sus propiedades desde que salen de la planta, se almacenan, se transportan, hasta que se distribuyen y llegan al consumidor final.
Así, una cadena de frío requiere una infraestructura integral que cumpla con las regulaciones vigentes y los controles de calidad para lograr la trazabilidad de la temperatura a lo largo del trayecto. Esto es crítico para poder demostrar que los productos se mantuvieron a la temperatura adecuada en todo momento.
Las demandas y requerimientos de industrias como la de alimentos y bebidas, salud y manufactura, entre otras, son bastante puntuales en este sentido. Debido a los altos costos para mantener una cadena de frío altamente efectiva, las organizaciones dependen casi en su totalidad de terceros.
Si bien en algunos países la oferta puede ser variada y especializada para distintos tipos de mercancías, en otros puede estar monopolizada por unos cuantos proveedores. No obstante, una crisis sanitaria como la actual, en la que se puso a prueba la agilidad y respuesta de las ofertas existentes, abrió también la oportunidad de innovar y ampliar el número de aliados con los que trabajar.
Dos componentes que contribuyen significativamente a la eficiencia y a la trazabilidad necesarias de las cadenas de frío regionales y globales son la consultoría y la tecnología.
La primera se enfoca específicamente en resolver un problema de negocio, a partir de una sinergia y comunicación constante entre el integrador o consultor y la organización. Las prioridades variarán de una industria a otra. No obstante, el objetivo final será siempre el mismo: conservar las propiedades de los productos y ampliar su ciclo de vida.
La tecnología, por otro lado, ha influido de manera importante en la evolución de las cadenas de frío. Como un componente altamente crítico, tanto en el back-end como en el front-end, brinda los medios para la recolección de datos y la generación de reportes en tiempo real que permiten tener un escenario amplio de lo que sucede en ambos extremos de la cadena.
Específicamente, tecnologías como el Internet de las Cosas (IoT), la inteligencia artificial (IA), blockchain, la ciberseguridad, la analítica y la robótica son cruciales para conformar una red de suministro digital integrada. A estas se suman innovaciones como sensores y sistemas de posicionamiento global (GPS), que ayudan a conformar un mapa mucho más preciso de condiciones presentes en cada uno de los eslabones.
Por ejemplo, es posible conocer si en el trayecto se conservó siempre la temperatura adecuada, si se abrió la puerta del contenedor y por cuánto tiempo, si se apagó el sistema de refrigeración, así como la cantidad de energía consumida.
Y es que la preservación de la cadena de frío es un proceso delicado que necesita tecnología de punta, materiales de calidad y la asesoría de expertos. Asimismo, a través del aprovechamiento de esta tecnología, es posible lograr ahorros en combustible y reducir las emisiones a la atmósfera.
Se calcula que el 15% de la energía mundial producida a partir de combustibles fósiles se utiliza para la refrigeración del transporte de alimentos. En este rubro es donde la inteligencia artificial optimiza los procesos de recepción, salida o muestreo, por ejemplo, lo que ayuda a reducir el consumo de energía y los niveles de contaminación.
A lo largo de su evolución, las cadenas de frío se han enfrentado a importantes desafíos. Hoy deben ayudar a llevar la vacuna contra el COVID-19 a todos los rincones del planeta, pero también seguir garantizando el abastecimiento de alimentos pese a los fenómenos económicos, sanitarios y climáticos que pudieran surgir.
El desafío actual será también una excelente oportunidad para aplicar las lecciones aprendidas y resolver con mayor objetividad los problemas de negocio más apremiantes.
(*)Directora de Energía e Industria de Minsait en Argentina
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